La legion septima de León


Cuando hablamos del origen de la ciudad de León, el nombre Legio VII Gemina siempre aparece referenciado y es que esta legión romana forma parte sin duda de la importante historia de nuestra ciudad en sus principios.

¿Cuando nace la ciudad de León? ¿Cuáles son sus orígenes? ¿Fue realmente la Legio VII Gemina la legión romana que dio origen a nuestra ciudad? A lo largo de este post trataremos de dar respuesta a esta y otras preguntas en base a estudios de historiadores y arqueólogos al respecto.

El nombre de la ciudad de León

En primer lugar nos vamos a parar a buscar el origen del nombre de nuestra ciudad, León, que no tiene nada que ver con el homómino animal rey de la selva, aunque si que tengamos por la ciudad un gran número de referencias al León, animal, con en el puente de los leones o la rotonda del León en Eras de Renueva por poner 2 ejemplos.


Requisitos legales:

1- Ser ciudadano romano. Sólo los ciudadanos romanos podían servir en las legiones.

2- Estar legalmente censado y tener el visto bueno de las autoridades municipales. Una especie de certificado de buena conducta que incluía avales de familiares y amigos recomendando al joven aspirante.

3- Ser soltero. Un legionario romano tenía prohibido casarse, aunque una vez alistado se solía hacer la vista gorda.

Requisitos físicos:

1- Tener entre 16 y 20 años. Las edades variaron a lo largo de los siglos.

2- Una estatura mínima de 1,70. Hay que tener en cuenta que en la Alta Edad Media la estatura media de los hombres bajó alrededor de cinco centímetros

3- No sobrepasar un determinado peso y tener una determinada masa muscular. En general se buscaba un tipo de recluta delgado pero fibroso.

4- Superar las pruebas físicas. No las conocemos pero serían prácticamente iguales que las de hoy en día, para demostrar que el aspirante a recluta era capaz de correr, saltar, etc. Además sabemos que se les hacían un reconocimiento médico completo que incluía pruebas de visión y de oído.

Si el aspirante creía reunir todos los requisitos se presentaba ante las autoridades locales de su municipio que debían certificar que había tenido un buen comportamiento y que era apto para el servicio. Entonces era enviado a la capital de su provincia donde se les hacía un primer examen físico, se certificaban sus documentos, se les hacía entrega de un stipendium o dieta consistente en unas monedas para pagar el viaje y eran enviados al cuartel general de la legión a la que habían sido adscritos.

Una vez en el cuartel general de la legión, que era su sede administrativa, los funcionarios militares revisaban los documentos de los aspirantes dándoles el visto bueno y se les sometía a un nuevo examen médico y a una prueba física. Si pasaban este trámite eran formalmente aceptados como reclutas y debían prestar juramento solemne de defender Roma contra todos sus enemigos y de guardar y hacer guardar las leyes de Roma. Ya eran legionarios romanos.

El centurión les informaba de que su sueldo era de 225 denarios al año y de que en los depósitos de la legión encontrarían todo su equipo: cota de malla, yelmo, espada, pugio, pila, etc, etc, etc. Ese equipo debían pagarlo de su bolsillo, así era difícil que lo perdieran y podían adquirir el estándar fabricado en serie para el ejército o uno más caro adquirido a artesanos especializados con bonitos adornos. De momento, y como todos estaban tiesos, adquirían el estándar, cuyo coste se descontaba de su sueldo.

El entrenamiento

Los primeros meses eran terribles.







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